La inteligencia artificial como punto de mejora de la calidad de vida y salud del ser humano
Actualmente existe una gran cantidad de personas con dificultades de movilidad tras haber sufrido un trauma cerebral o ictus, lo que implica un desafío para la sociedad, debido a la falta de recursos tecnológicos para hacer frente a estos casos.
Un paciente en estas condiciones necesita dispositivos de asistencia suficientes, confiables, funcionales, adaptativos e interactivos, en pocas palabras dispositivos inteligentes. Si dirigimos la inteligencia artificial al ser humano, seremos nosotros mismos los que controlemos dispositivos como robots, exoesqueletos o sillas de ruedas.
Para lograr dicho objetivo, es necesario desarrollar sistemas con interfaces cerebro-máquina, capaces de decodificar la intención de un usuario al momento de dar una orden a un dispositivo electrónico. Si bien es un desafío de grandes magnitudes, es posible lograrlo de varias formas: leyendo las señales neuronales a través de un casco de electroencefalografía (EEG – no invasivo), a través de un implante cerebral (invasivo) o, en algunos casos con sensores que leen la actividad muscular (electromiografía- EMG – no invasivo). El éxito en la lectura de la orden esta sujeto a que tan invasivo es el dispositivo, entre más lo sea, se obtendrá más precisión y menos ruido de las neuronas que intentamos escuchar, repercutiendo a su vez en una mejora en el proceso de rehabilitación. Una vez se recibe la señal, unos algoritmos las interpretaran y enviarán una orden al robot/exoesqueleto para que realice la función requerida por la persona.
En Tecnalia este tipo de desarrollos ya hacen parte de un proyecto europeo denominado MAIA (FET PROACT) y del que hacen parte 3 grupos de Tecnalia: Neurotecnología (Div. Salud), Computer Vision (Div. ICT) y Robótica Médica (Div. Salud). Su objetivo es lograr una mayor y más eficaz comunicación entre las personas y las máquinas. La investigación que se lleva a cabo en este proyecto esta centrada en la zona del cerebro llamada Córtex Posterior Parietal, encargada de integrar la información visual y sensorimotora. Esta investigación no tiene otro propósito que el de decodificar de ahí la intención de movimiento de un paciente que luego será interpretada por un dispositivo que lanzará una respuesta motora.
La investigación inicial será aplicada a macacos, a los que se les implantarán microelectrodos en el cerebro. Las señales neuronales, junto con la información sensorial y visual, alimentará los algoritmos de Inteligencia Artificial que interpretarán la intensión de movimiento y posteriormente enviarán una orden a un brazo robótico. El test se probará luego en un paciente real con ictus que ya ha sido previamente implantado gracias al proyecto ISMORE. El proyecto MAIA contará con la participación activa de paciente y cuidadores, quienes realmente conocen el contexto y pueden guiar mejor el proceso de investigación de acuerdo a sus necesidades.
La inteligencia artificial nos ha mostrado los increíbles avances que podemos obtener dentro de varios sectores de la economía, tecnología que realmente nos puede hacer más fácil nuestra vida, desde la industria hasta la exploración espacial. Pero el punto aquí es como podemos aprovechar mejor esta tecnología para brindarle a las personas una mejor calidad de vida, es decir, mejorar el estilo de vida de los pacientes mediante terapias médicas avanzadas y tecnologías que permiten optimizar la salud y el bienestar.