Proyectos de IoT y estandarización de protocolos de datos

Proyectos de IoT y estandarización de protocolos de datos

La idea de conectar los objetos cotidianos con el internet, hoy en día ya no es una idea tan descabellada a comparación de otros tiempos. La sociedad avanza a pasos agigantados y así mismo lo hace la tecnología. En nuestro entorno surgen nuevas necesidades, o en su defecto, las que ya existen se van adaptando según lo vaya requiriendo la sociedad; surgen nuevas formas de movilización, nuevas formas de comunicación, nuevos objetos cotidianos que nos facilitan las tareas del día a día, pero sobre esto surge una inquietud: ¿Cómo y porqué interconectarlas?

El cómo es una incógnita que de a pocos se ha ido resolviendo con la ayuda y desarrollo tecnológico. El porqué, responde al cambio que va teniendo el entorno con el paso del tiempo. El crecimiento a pasos tan agigantados de la sociedad ha traido consigo una necesidad de interconección y de respuestas inmediatas en diferentes momentos o situaciones. Es tan sencillo y a la vez tan complejo como que una empresa en constante desarrollo necesite conocer a su cliente por medio de su actividad diaria para saber que producto es el que requiere o que mejoras se pueden hacer a los ya existentes. Vivimos en una sociedad de consumo que constantemente se esta cargando de información y nuevas tendencias y para las empresas se vuelve primordial ir un paso adelante de todo lo nuevo.

El IoT (Internet of Things), propuesto por Kevin Ashton, es la respuesta a todo esto. El desarrollo de tecnologías Radio y las tecnologías de sensores han favorecido el hecho de que cualquier objeto pueda conectarse.

En un entorno industrial, hoy día es poco problable encontrar una máquina sin conectar, los procedimientos se han vuelto tan rigurosos que necesitan de un constante monitoreo. Esto mismo sucede en las ciudades más avanzadas, donde el tráfico, las condiciones ambientales, las flotas de transporte público, etc., estan siendo constantemente monitoreados. Incluso a nivel privado, ya es posible instalar asistentes como Alexa de Amazon o Google Assistant, que permiten controlar los dispositivos del hogar.

Alrededor de las comunicaciones también ha sido visible un gran avance, en términos en que para sectores como el transporte, la salud y la agricultura es más difícil mantener comunicación con buen rendimiento. Las operadoras han hecho una gran labor, ya que sobre sus redes ya instaladas han añadido servicios específicos para equipos IoT.

Para este y muchos otros casos, la inquietud gira en torno a la estandarización de protocolos que son claves sobre todo en estos temas de tecnología, en los que se necesita tanta precisión para que todo funcione eficientemente. La estandarización no es más que la aplicación de normas claras y precisas para ciertas formas de ejecutar un proceso o procedimiento de trabajo. Para las tecnologías anteriores esta estandarización funcionó perfectamente; para la IoT no ha funcionado igual, en parte por la rapidez con que ha avanzado la tecnología en los últimos años.

Para equipos con tenología IoT, la estandarización se aplica en tres ámbitos: protocolos de comunicación, protocolos de datos y ámbito de aplicación. El menos habitual es el ámbito de aplicación, que se produce solamente en casos donde es imprescindible limitar al máximo el riesgo de mal funcionamiento. En cambio, para los otros dos ámbitos la estandarización es indispensable, en términos de que aseguran un buen uso del canal por donde se envían los datos y ayudan a estandarizar la forma como se almacenan y transmiten esos datos. La correcta aplicación de estos ámbitos, previenen problemas y soluciones, la escalabilidad de las soluciones, limita la responsabilidad en caso de falla humana y aclaran el panorama en cuanto a normas de actuación. Por el contrario, la no aplicación de estas normas, implica riesgos en la seguridad, ausencia de interoperabilidad y la no sostenibilidad de los proyectos a largo plazo.

La estandarización de protocolos para IoT es un tema que todavía esta en desarrollo por la complejidad que implica su aplicación, y más si implica coordinar a varios sectores. Es un trabajo complejo que implica, además un nivel de cultura dentro de las empresas, los centros tecnológicos y los gobiernos.